martes, 12 de abril de 2011

Claudia

La deseaba. La deseaba más a que nada. Tenía que conseguirla, debía ser mía...
Me abalanzé sobre su cuello. Cuando la tibia sangre corrió por mi cara me sentí más tranquila, revitalizada. Todos sus recuerdos y emociones pasaron a mi cabeza y se quedaron archivadas en algún rincón. Era increible la sensación de bienestar que me recorría. Su tibio perfume impregnaba mi piel y reí. Trazé un surco en el regero carmesí con mi uña y le llevé a mi boca, dejando que cayera una gota sobre la lengua. Me estremecí de júbilo. ¡Qué sensación tan placentera!
Realizé un tajo en su cuerpo y dejé que la bañera de latón se llenara. Cuando ya no quedaba más me deshice de mis manchadas ropas y me metí dentro. Me sentía increiblemente realizada. Jugé un rato y me deleité en el sabroso aroma que desprendía mi cuerpo. Miré el espejo y vi mis mejillas de nieve lindamente sonrosadas por el festín. Bebí y reí, cómo si se me subiera a la cabeza acabé borracha de placer. Salí como mareada, extasiada y me cubrí con mi bata de seda. Dejándome caer sobre la cama, feliz, abrazé al amor de mi existencia. Me rodeó con sus brazos y acaricié con un dedo sus gruesos labios. Era hermoso... Y sólo mío. Terriblemente mío...
-¿Has disfrutado?
-¿No me has oído? Creí morir...-reí de nuevo. Me aupé un poco más y lo besé-Louis... Jamás creí que esto pudiera ser posible...
-Yo tampoco, mi linda muñeca, yo tampoco...
Eso era lo que era. Una muñeca... De porcelana china. Hermosa y poderosa. Invencible...
-¿Qué habrá sido de nuestro querido Lestat? Tal vez siga gritando cómo un condenado en aquella apestosa ciénaga. Estúpido. Creyó que sería capaz de dominarme. Tal vez si yo fuera una niña lo habría conseguido, pero soy una mujer... ¿O no, Louis? ¿No soy una mujer?
-Eres hermosa, mi corazón... Eres terriblemente hermosa.
Volví a reir y miré a mi espalda. La niña que decía llamarse Claudia ya no existía. Yo era Claudia.  

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