en las pequeñas gotas de sudor
hace que tu cuerpo reluzca más
que los diamantes.
No puedo dejar de mirar
tu cuerpo desnudo bajo el mío,
tu pelo abierto en abanico
y tus uñas en mi espalda.
Si el deseo tuviera nombre,
ese nombre sería el tuyo
y el mío, cuando gritas entre
espasmos y deliras de pasión.
Teniendo solo ese instante
reflejado en mi memoria,
despierto del sueño de un cuerpo
sin cara, ni nombre, ni piel, ni alma.
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