martes, 22 de noviembre de 2011

Tonta enamorada

Mientras me sentaba a esperarte no pude evitar pensar en todos los momentos que pasamos juntos. Y el tiempo pasó, y yo seguía tan perdida en mis pensamientos que no me di cuenta de que la hora llegó y se fue, igual que un pájaro que va y viene a su antojo.
No me di cuenta de nada hasta que el cielo no se volvió rojo y el sol caído me hirió los ojos. Entonces comprendí, finalmente, que había sido un hermoso sueño. Nada más que eso.
Me levanté lentamente y alisé mi falda con las manos. Caminé por el parque en silencio. Casi no quedaba nadie. No me importaba, prefería estar sola.
Me pregunté si alguna vez me habías querido. Si de verdad había amor en tus palabras o solo eras un buen actor. Y me reí en voz alta, divertida. No quería saber la respuesta. La vida es graciosa. De un modo cruel, pero lo es.
-¿Qué te parece tan divertido?
Me volví y vi a un chico de pelo rubio oscuro, casi castaño y muy rizado sentado en la hierba. Ojos oscuros. Sonrisa partida. Yo la copié:
-Del karma.
-¿Qué te ha devuelto?
-El odio a modo de amor falso. Pero no importa. Me lo esperaba. Ya sabía que él no me quería.
-¿Entonces por qué dejaste que te engañara?
-Porque soy una tonta enamorada-respondí con una seca carcajada. Él rió conmigo.
-Bueno, no eres la primera ni serás la última.
Sin dejar de sonreír me volví y seguí caminando. Era una noche sin luna. Tampoco es que la necesitara. Estaba bien en la oscuridad. Amaba la noche.
La ciudad estaba tranquila y vivía en una calle por la que pasaban muy pocos coches. Me deslumbraban con los faros y me parecía estar en ese banco una y otra vez.
Las luces de mi casa estaban todas encendidas. Desde la verja del pequeño jardín delantero podía oler lo que mi padre estaba cocinando. Sonreí de nuevo, esta vez de forma dulce, y abrí la cancela. Blacky corrió hacia mí meneando la cola y lo cogí en mis brazos. Él me lamió la cara. Él y mis padres eran los únicos que me querían. Los únicos que me querrían nunca y para siempre.
Entré en casa y Blacky saltó al suelo y se encaminó hacia la cocina ladrándome para que lo siguiera. Vi a papá junto a la mesa, colocando los platos y la comida para la cena. Me vio y sonrió.
-Buenas noches, hija. Llegas justo a tiempo. He hecho puré de patatas casero, como a ti te gusta. ¿Qué te parece si te sientas un rato conmigo?
Adoraba a mi padre. Era la persona más buena del mundo. Siempre sonreía y era generoso y amable.
Sin poderlo evitar me eché a llorar como un bebé entre sus brazos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario