jueves, 24 de noviembre de 2011

Tonta enamorada 2

No volví a aquel banco hasta un año después. Fue por casualidad, no algo premeditado. Blacky se había perdido y yo lo buscaba como loca.
Entonces lo vi junto a un chaval de pelo rizado, en aquel fatídico lugar. Mientras me acercaba corriendo se dio la vuelta, ladró y vino hacia mi. Yo lo tomé en mis brazos, al borde de las lágrimas.
-Muchas gracias por cuidar de mi perro, de verdad. ¿Dónde lo has encontrado?
-Justamente aquí. Yo solo me senté a su lado. Supongo que sabía que vendrías a buscarlo y por eso te esperaba aquí.
Alcé la cabeza para mirarlo y me resultó familiar. Él me sonrió de aquella forma tan peculiar y entonces lo reconocí.
-La tonta enamorada, ¿no es cierto?
-Exacto. Y tú eres el chico de la hierba.
Él rió por el doble sentido de la frase.
-Sí. El chico de la hierba. Aunque todos me dicen Dan.
-Yo soy Katy.
-Hacía mucho que no venías por aquí.
-Es que he estado... ocupada-mentí, sin saber muy bien por qué. Supongo que por quedar bien. Normalmente no mentía, no me importaba decir las cosas tal y como eran, pero en ese momento las palabras salieron de mi boca como un torrente antes de que pudiera contenerlas.
-¿Y ya no lo estás?
-Solo he venido a buscar a mi perro. Nada más-respondí, cortante. Me di la vuelta y me marché sin mirar atrás, aunque pude oír claramente como se reía por mi reacción.
Cuando llegué a casa mi padre me estaba esperando para cenar y se mostró muy contento porque había encontrado a nuestra mascota perdida. Yo subí a mi habitación y cerré de un portazo. No me apetecía hablar. Todavía estaba cabreada por mi encuentro con Dan, aunque no sabía si era por el hecho de haber vuelto a aquel sitio, que tan malos recuerdos me traía, por haber traicionado mi código de honor soltando una mentira que no venía a cuento... o porque su forma de hablar encerraba unos sentimientos con los que no estaba dispuesta a lidiar.

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