domingo, 4 de diciembre de 2011

Tonta enamorada 6

Con un par de días de retraso-lo siento muchíiiisimo :( - pero aquí lo tenéis. El nuevo capítulo de Tonta Enamorada. Después de este habrá un pequeño parón, por desgracia la facultad me agobia demasiado ahora mismo y no puedo actualizar tan rápido como me gustaría-de hecho, ya lo habéis sufrido en vuestros ordenadores-. Así que, disfrutadlo porque... se acerca el gran final!!! ;)

Era sábado por la mañana. Puse la radio mientras limpiaba mi cuarto y, para mi alegría, estaban poniendo el último single de Lorca, Corazón a la venta. Sonreí y la tarareé, cantando las partes que me sabía. Hasta hace poco me había sentido así, pero eso se había terminado.
Estas últimas semanas habían sido especiales, únicas. Había visto a Dan casi todos los días. Habíamos reído, paseado y fumado juntos. Él me había hablado de su madre, de su odiado padre y de sus sueños y esperanzas. Yo le había hablado sobre mis difíciles años de instituto y lo agobiada que estaba en la carrera.
-A veces me gustaría viajar lejos, a otro continente. Empezar de cero, donde nadie me conociera. Donde nadie supiera mi idioma, quién soy o de dónde vengo. Como si naciera de nuevo. Tengo la sensación de que esa es la única forma de la que podría ser feliz.
Eso se lo dije una noche en mi cama. Mi padre tenía un congreso en la otra punta del país y lo había invitado a dormir. Acabábamos de tener sexo del bueno, del dulce como un caramelo que se te queda pegado en los dientes. Hablábamos a ratos, con la boca pastosa y los ojos medio cerrados.
Él me había besado la frente y había susurrado, haciéndome temblar:
-Pues no olvides comprar dos billetes.
Y todo había seguido su curso, de forma natural. Otra tarde, mientras estábamos en el parque, le conté cómo había perdido a mi única y mejor amiga.
-Habíamos sido uña y carne desde pequeñas, casi desde que llevábamos pañales. Siempre habíamos estado juntas y su madre era para mí como aquella que nunca tuve. Pasamos por un millón de cosas juntas y, de repente, todo se fue al carajo.
-¿Por qué?
-Se echó novio. Era de las típicas chicas que no podían vivir sin un hombre a su lado.
-Realmente patético.
-No sabría qué decirte. En un primer momento creí que era culpa del chico. Luego me di cuenta de que no era así. La que había cambiado era ella, solo ella. Y yo no podía comprender su actitud.
-A veces ocurre. A mi también me pasó algo parecido.
-¿Pero sabes qué es lo peor de todo?
-¿El qué?
-Que ella fue la que empezó a despreciarme en clase, a joderme la vida. Y todos se pusieron de su parte. Creo que por eso me afectó tanto...
-Es horrible...
-Sí. E irónico.
-¿Por qué?
-Ese chico... Nos había gustado a las dos desde el principio. Pero la escogió a ella antes que a mí. Y aún así...-reí, divertida- No duraron mucho. Él se cansó muy pronto. Y cuando me... bueno, ya sabes lo que me pasó... Cuando vino a por mí, a reclamarme, ¿sabes lo que me dijo? Que le gustaban las chicas con más personalidad.
Dan me había mirado muy serio entonces. Yo le había sonreído y había suavizado su ceño con una caricia.
-No me importa. Lo pasado, pasado está. Lo importante es el presente. El tú y yo. Ahora.
Me había besado con fuerza y yo había sentido cuánto me amaba con ese beso. No habíamos necesitado palabras para formalizar nuestra relación. No hacía falta. Nos queríamos, era lo único importante. Yo lo veía en sus ojos y él en los míos.
Lo peor de todo es que detestaba esa dependencia, ese sentirse caminar en las nubes. Me hacía sentir... indefensa, a merced de lo que él quisiera. Intentaba mantenerme fuerte, cuerda. A ratos lo conseguía. Pero otras veces no era capaz de decir que no.
Pasé todo el día en casa, sola. Mi padre había salido y había dejado una nota, diciendo que volvería al anochecer. Pensé en llamar a Dan, pero necesitaba un tiempo para estar a solas.
Me hice la cena y me senté a comer en el salón mientras veía la tele. Blacky dormitaba a mi lado mientras veía una película de miedo. No había terminado mi plato cuando la puerta se abrió y llegó mi padre. Me extrañó oír dos pares de pies y risas femeninas. Extrañada, me asomé a la entrada.
-Hola cariño, me alegro de que estés despierta. Sé que debería haber hecho esto mucho antes, pero no sabía cómo te lo tomarías. Ella es Caroline, mi... prometida. Nos casaremos dentro de poco. Siento decírtelo de esta forma, pero es que tenía miedo...
No seguí oyendo lo que me decía. En ese momento dejé caer el plato con todo lo que contenía y tuve que salir corriendo hacia el baño para vomitar lo que había ingerido.
Allí, frente a mí, no estaba otra que la madre de Dan.

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