jueves, 15 de diciembre de 2011

Microcuento

Continuamos bailando sin importar quién había en la habitación. Nuestros pies se deslizaban por el suelo con tanta suavidad que me parecíamos flotar. Podía sentir sus manos y la cálida sensación que me provocaba. Sus ojos fijos en los míos, brillaban. Su sonrisa era la más dulce. Su pelo era perfecto y su rostro el más hermoso.
Yo temblaba. No podía creerlo. Me había elegido a mí entre todas las demás. A mí entre las docenas de chicas del salón. Podía oír los cuchicheos de mis rivales derrocadas. Y eso me hacía sentir poderosa, como nunca me había sentido en la vida.
Deseaba que me llevara al jardín, diéramos un paseo y me besara. Quería sentir esos labios con los que tantas veces había soñado.
No me importaba lo que hiciera conmigo después. Si estaba con él todo iría bien. Sería invulnerable, intocable. Estaría por encima del resto de los mortales.
Cada vez me sentía más liviana, ligera como una pluma. Mi cabeza daba vueltas de forma agradable. Tal vez había tomado demasiado champagne. Papá ya me lo había advertido pero, ¿por qué hacerle caso en la mejor noche de mi vida?. Me pesaban los ojos, pero no quería apartarlos de los suyos, así que me obligué a mantenerlos abiertos. Lo veía borroso, así que parpadeé rápidamente varias veces.
-¿Se encuentra bien, Lady Katherine?
-Sí, milord. Tan solo un poco mareada.
-Deberíais sentaros, mi dulce dama. No quisiera favorecer su malestar.
-Pero es que no quiero dejar de bailar…-protesté, como una niña pequeña. En seguida me arrepentí de lo que había dicho, pero las palabras ya no podían volver a mi boca.
Su sonrisa se hizo más amplia y se acercó un poco más a mí para susurrar en mi oído:
-Yo también deseo seguir bailando con usted, pero no podremos hacerlo si se desmaya.
Asentí con la cabeza y paramos en medio de la multitud. Me tomó de la mano y nos encaminamos hacia el jardín para que me diera un poco el aire. No di ni dos pasos antes de caer al suelo, al borde de la inconsciencia.
Definitivamente, la competencia era feroz en aquellos bailes.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario