El lunes volví al parque. Esta vez fui yo la que tuvo que esperarlo. Y fui yo la que le ofreció tabaco.
Hablamos de tonterías. Los programas de televisión que veíamos y nuestras películas favoritas. Yo adoro los libros. A él le gustan a medias. Yo detestaba la música. Él escuchaba de todo.
-Yo quería ser médico, ¿sabes? Ayudar a salvar vidas, lo típico.
-¿Y por qué no te metiste en la carrera?
-Porque la universidad hay que pagarla, y nosotros no tenemos ni un puto duro.
Me quedé en silencio. Mi padre era biólogo y nunca nos había faltado el dinero.
-¿Tú qué estudias?-me preguntó.
-Historia.
-Yo era incapaz de estudiarla en el instituto. Me costaba la vida aprobarla.
-Depende de como te la tomes. Yo prefiero mirarla como si fuera un cuento o una película. Así es más fácil y entretenida.
-Nunca lo había mirado de ese modo...-comentó, pensativo.
Nos miramos un momento en silencio. Estábamos muy cerca. Podía oler el aroma a colonia que desprendía. Sentía una presión en el pecho que casi no me dejaba respirar. Y deseaba que me besara. Igual que la otra vez.
Pareció leerlo en mis ojos porque un momento después se agachó sobre mí y unió sus labios con los míos. Rodeó mi cara con sus manos y me acarició la mejilla suavemente con el pulgar. Yo coloqué una mano en su pecho y pude notar que su corazón latía tan rápido como el mío.
Cuando nos separamos, sin aliento, un rato después, lo cogí de la mano y echamos a andar hacia la salida. Mi padre trabajaba hasta las ocho, lo que nos proporcionaba dos horas con la casa a nuestra total disposición.
No hablamos hasta llegar a la puerta. Y ni siquiera entonces. Pero cuando la traspasamos, Dan me agarró por la cintura y me apretó contra su cuerpo. Yo lancé mis brazos a su cuello y lo besé con desesperación. Notaba que se me iba a salir el pecho por la boca cuando me quitó el abrigo y él se deshizo de su chaqueta. Entonces pude notar perfectamente su cuerpo contra el mío, desde los fuertes aunque finos músculos de sus brazos y su pecho hasta el bulto en su entrepierna. Sentía que mi piel ardía allá en donde entraba en contacto con la suya.
Me cogió en brazos y me apretó contra la pared. Su lengua no dejaba de torturar mi garganta y mi oreja. Yo rodeé su cintura con las piernas y me moví contra él. Gimió y aproveché para tomar el control. Lo hice girarse y, esta vez, fue él el acorralado. Mordisqueé su barbilla, su cuello y sus hombros.
-¿Dónde...?-consiguió decir con dificultad.
-Arriba, la segunda puerta de la izquierda-murmuré contra su pecho.
Recorrió el corto camino hasta mi habitación sin soltarme. Mi cuarto era pequeño y oscuro, aunque ordenado. No nos molestamos en encender la luz. Todavía entraba algo de claridad por la ventana, la mayoría proveniente de las farolas.
Me tumbó en la cama y dejó caer parcialmente su peso sobre mí durante unos instantes. Su mano recorrió mi muslo y mordisqueó mi pecho por encima de la camiseta. Gemí.
Conseguí deshacerme de su camiseta. Se notaba que iba al gimnasio. Su cuerpo estaba completamente esculpido, aunque no de forma agresiva. Más bien natural, suave. Lo acaricié, maravillada.
Pero la tregua no duró demasiado. En seguida volvió a la carga y me quitó la camiseta y los pantalones. Me quedé semidesnuda frente a él, pero me apresuré a quitarle los vaqueros. Ahora estábamos en igualdad de condiciones.
Seguimos acariciándonos durante un buen rato hasta que sentí que estallaríamos si continuábamos de esa forma un minuto más.
Me arrastré como pude hasta la mesita de noche y abrí el segundo cajón. Él me besaba la espalda hasta casi llegar al trasero. Hacía rato que la ropa interior había sido olvidada por los dos.
Saqué un condón del paquete y lo abrí. Él se tumbó a mi lado y extendió la mano, pero negué suavemente con la cabeza y sonreí. Entonces procedí a ponérselo yo misma.
-Eres la primera mujer que conozco que hace eso-susurró, con esa sonrisa partida que me dejaba sin respiración.
Por toda respuesta le propicié una caricia que lo hizo estremecerse por entero. Volví a besarlo: esta vez era yo la que tenía el control. Me senté sobre sus caderas y dejé que me penetrara poco a poco. Era maravilloso sentirlo dentro de mí. Por una vez, era algo que de verdad ansiaba, que de verdad necesitaba.
Fue rápido e intenso. Y me dejó completamente agotada. Cuando me dejé caer a su lado, temblorosa, sentí que podría dormir durante una semana entera. Él se quitó el condón, hizo canasta en la papelera y me abrazó fuertemente.
Nos quedamos callados largo rato. Él fue el primero en romperlo con una pregunta que había tardado demasiado tiempo en hacerme.
-¿Por quién llorabas aquel día en el parque? ¿Quién es el cabrón que se atrevió a dejarte plantada?
Tardé un par de minutos en contestarle. Me preocupaba lo que pudiera pensar, pero no tenía miedo.
-Esperaba a uno de los chicos que me violaron. Estuve saliendo con él durante casi seis meses.
Vi la sorpresa en su rostro incluso en la penumbra. Los ojos se me llenaron de lágrimas de rabia y amargura.
-¿Por qué?-fue su sencilla respuesta.
-Porque, ya que nadie me quería, por lo menos estaría con alguien que me deseaba y que ya me había follado.
lunes, 28 de noviembre de 2011
domingo, 27 de noviembre de 2011
Tonta enamorada 4
No volví al parque en una semana. Creo que estaba demasiado avergonzada, no lo sé. Al octavo día no aguantaba más.
Dan ya estaba sentado en aquel banco, fumando y con una botella de cerveza a su lado. Me acerqué por detrás y me senté con las piernas al lado contrario de las suyas. Nos miramos de lado y él me sonrió. Yo le devolví el gesto y le quité el cigarrillo de los labios para darle una calada. El humo se perdió y volví a ponerlo en mi boca. Él rió entre dientes y sacó el paquete de su chaqueta para sacar uno nuevo para él.
Hacía bastante frío y los dedos se me estaban quedando helados. El parque y, sobre todo, aquella colina, no eran especialmente indicados para encontrarse una tarde de invierno.
.¿Quieres?-me ofreció la cerveza y yo bebí, agradecida. Hacía bastante tiempo que no tomaba alcohol. Hubo una época en la que tenía que esconder una botella de vodka en mi habitación para poder dar un trago todos los días. Pero eso se había acabado hacía ya mucho.
Lo observé mientras él tecleaba un mensaje en el móvil. Sus ojos no eran tan oscuros como había creído en un principio. El sol les confería un ligero tono de verde. Eran unos ojos muy bonitos. La verdad es que Dan no estaba nada mal.
Dejó de mirar su teléfono y me sonrió antes de dar un trago a la botella.
-Es sábado. ¿Por qué no has salido con tus amigas?
-No tengo amigas. Ni amigos. Ni nada parecido.
-¿Y eso?
-Es una larga historia.
-Tengo tiempo de sobra para escucharla.
Dudé. Nunca le había contado esto a nadie. Ni siquiera a mi padre. O al psicólogo.
-Ya sabes, lo típico. Son todos unos capullos.
-¿Tuviste problemas en el instituto?
-¿Quién no los ha tenido?-reí- ¿Me vas a decir que tú no?
-En absoluto. He dado más de una paliza. Y he recibido más de una-me respondió, en el mismo tono jocoso- ¿Qué problemas tenías tú?
-Mi único problema eran los mierdas que había en mi clase. Todo fue bien hasta empezar el instituto. Entonces la gente decidió que era divertido joderle la vida a alguien y me tocó a mí. Pero no me importa. Ellos me hicieron tal y como soy. Hoy en día no me importa nada de eso.
-Mentirosa-sonrió-. A todos nos importa, aunque no queramos reconocerlo.
-¿Sabes? No he venido para que me psicoanalices, tío.
-No lo pretendía.
Nos quedamos en silencio casi cinco minutos. Seguimos fumando y bebiendo sin dirigirnos la palabra. Finalmente comenté, sin mirarlo:
-Unos hijos de puta me atacaron una tarde, cuando salía de clase. Llevaban pasamontañas, se habían preparado bien, así que no pude reconocerlos. Pero sabía que eran de mi clase. Estaba segura.
-¿Qué te hicieron?-susurró. Lo miré a los ojos. Estaba serio por una vez desde que lo había conocido. Casi podía imaginar que estaba preocupado... por mí.
Yo sonreí con tristeza.
-¿Qué es lo que suelen hacer un grupo de tíos con una chica indefensa?
Le di una última calada al cigarro, incómoda, y lo tiré al suelo. Lo aplasté con el pie y me levanté, dispuesta a irme. Metí las manos en los bolsillos para protegerlas del frío y me volví una vez más antes de irme. Dan estaba de espaldas, así que no podía ver su expresión.
-Gracias por el cigarro y la cerveza.
-Ha sido un placer.
viernes, 25 de noviembre de 2011
Tonta enamorada 3
No soportaba estar encerrada en casa esa tarde. Me ahogaba entre esas cuatro paredes.
Me eché a la calle con la mochila al hombro. Iría a otro sitio a hacer los deberes. Pasé por delante de una cafetería, pero no llevaba dinero encima. Acabé encaminando mis pasos hacia el parque, aunque lo cierto era que no estaba demasiado segura de si de verdad quería ir hacia allí o no. Pero es que no había más opciones. Era eso o sentarme en medio de una calle con el ordenador.
Pasé por delante de aquel banco y me detuve a observarlo. Seguía igual que siempre, no había cambiado. Las mismas pintadas, el mismo desconchón en una de las esquinas y los mismos chicles pegados en la parte de abajo. Sonreí y me senté en él. Yo sí que había cambiado.
Saqué el portátil y continué redactando el trabajo que había dejado a medias. Cuando no llevaba más que unas cuantas palabras, vi por el rabillo del ojo como alguien se sentaba a mi lado.
-Hola, Katy.
-Hola, Dan-respondí, sin mirarlo.
-Esta vez no has tardado tanto en volver-rió. Yo lo miré.
-¿A caso me espías o qué?
-No. Pero suelo venir por aquí a menudo.
-Pues mira que bien-susurré, cortante.
Intenté concentrarme en el trabajo, pero no lo conseguí. Su presencia me distraía. Acabé por rendirme y cerré el portátil, aunque lo dejé sobre mis rodillas. Alcé la cabeza y, simplemente, me quedé admirando las maravillosas vistas. Toda la ciudad se vestía de gala para despedir al sol, sumido en un hermoso y purpúreo crepúsculo. Suspiré.
-¿Es que nunca tienes nada que hacer?
-No demasiado, la verdad-me contestó, con un encogimiento de hombros-. Prefiero no parar por casa.
-¿Y eso?
-Mis padres se están separando.
-Ah-musité, como si lo comprendiera, aunque la verdad es que nunca había vivido nada parecido.
-Hace meses que no veo a mi padre fuera de los juzgados y mi madre se pasa el día llorando. Está muy deprimida. Siempre ha sido muy sensible, una mujer débil-comentó. Yo pensé que era horrible que hablara así de su madre, aunque lo cierto era que sus palabras no transmitían ninguna mala intención. Más bien parecía... triste.
Sacó un cigarrillo del bolsillo de su chaqueta y lo encendió. Dio un par de caladas y me lo ofreció. Yo lo tomé.
- ¿Cómo es tu madre?-me preguntó, de repente, sorprendiéndome.
-No lo sé, no la conocí-admití, mientras le devolvía el cigarro-. Murió en el parto.
-Vaya. Lo siento mucho.
-No importa. Mi padre siempre ha sido muy bueno conmigo. Nunca he necesitado a nadie más.
-Mi padre siempre estaba de viaje. Creo que por eso no me importa demasiado que se haya ido definitivamente. Al fin y al cabo, no ha sido nadie en mi vida.
-Eso es muy cruel.
-No es cruel, es la verdad. Podría vivir perfectamente sin él-una nueva calada-. Solo mi madre es importante.
Expulsó el humo y observé, embelesada, las formas que dibujaba en el aire hasta desaparecer por completo. Ya casi había oscurecido.
-Debería irme a casa-comenté.
-Yo también-sonrió, sin mirarme. Tiró el cigarrillo a medias al suelo y lo pisó para apagarlo. Alzó la cabeza y contemplé su hermosa sonrisa partida- . Ha sido un placer volver a hablar contigo, Katy.
Le devolví la sonrisa desde mi posición sentada. Él se giró para marcharse, pero se detuvo un instante y me miró por encima del hombro. Lo observé con curiosidad. Entonces se giró por completo y colocó una mano en mi nuca, enredando sus dedos en mi pelo. Acercó su cabeza a la mía y me besó. Presionó sus labios sobre los míos con suavidad y yo le respondí de la misma manera.
Se separó de mi poco después. Nuestros alientos se entremezclaron en una nube de vaho. Dan tenía la nariz roja por el frío y sus ojos azules brillaban.
-Adiós-susurró.
-Adiós-me despedí, en el mismo tono.
Esta vez fui yo la que lo observó marcharse a paso rápido. Me quedé un rato más allí sentada, completamente desarmada y sin saber qué hacer. Opté por meter el ordenador en la mochila y salir del parque. Esa noche saldría a emborracharme. Lo último que necesitaba era pensar en algo más.
Me eché a la calle con la mochila al hombro. Iría a otro sitio a hacer los deberes. Pasé por delante de una cafetería, pero no llevaba dinero encima. Acabé encaminando mis pasos hacia el parque, aunque lo cierto era que no estaba demasiado segura de si de verdad quería ir hacia allí o no. Pero es que no había más opciones. Era eso o sentarme en medio de una calle con el ordenador.
Pasé por delante de aquel banco y me detuve a observarlo. Seguía igual que siempre, no había cambiado. Las mismas pintadas, el mismo desconchón en una de las esquinas y los mismos chicles pegados en la parte de abajo. Sonreí y me senté en él. Yo sí que había cambiado.
Saqué el portátil y continué redactando el trabajo que había dejado a medias. Cuando no llevaba más que unas cuantas palabras, vi por el rabillo del ojo como alguien se sentaba a mi lado.
-Hola, Katy.
-Hola, Dan-respondí, sin mirarlo.
-Esta vez no has tardado tanto en volver-rió. Yo lo miré.
-¿A caso me espías o qué?
-No. Pero suelo venir por aquí a menudo.
-Pues mira que bien-susurré, cortante.
Intenté concentrarme en el trabajo, pero no lo conseguí. Su presencia me distraía. Acabé por rendirme y cerré el portátil, aunque lo dejé sobre mis rodillas. Alcé la cabeza y, simplemente, me quedé admirando las maravillosas vistas. Toda la ciudad se vestía de gala para despedir al sol, sumido en un hermoso y purpúreo crepúsculo. Suspiré.
-¿Es que nunca tienes nada que hacer?
-No demasiado, la verdad-me contestó, con un encogimiento de hombros-. Prefiero no parar por casa.
-¿Y eso?
-Mis padres se están separando.
-Ah-musité, como si lo comprendiera, aunque la verdad es que nunca había vivido nada parecido.
-Hace meses que no veo a mi padre fuera de los juzgados y mi madre se pasa el día llorando. Está muy deprimida. Siempre ha sido muy sensible, una mujer débil-comentó. Yo pensé que era horrible que hablara así de su madre, aunque lo cierto era que sus palabras no transmitían ninguna mala intención. Más bien parecía... triste.
Sacó un cigarrillo del bolsillo de su chaqueta y lo encendió. Dio un par de caladas y me lo ofreció. Yo lo tomé.
- ¿Cómo es tu madre?-me preguntó, de repente, sorprendiéndome.
-No lo sé, no la conocí-admití, mientras le devolvía el cigarro-. Murió en el parto.
-Vaya. Lo siento mucho.
-No importa. Mi padre siempre ha sido muy bueno conmigo. Nunca he necesitado a nadie más.
-Mi padre siempre estaba de viaje. Creo que por eso no me importa demasiado que se haya ido definitivamente. Al fin y al cabo, no ha sido nadie en mi vida.
-Eso es muy cruel.
-No es cruel, es la verdad. Podría vivir perfectamente sin él-una nueva calada-. Solo mi madre es importante.
Expulsó el humo y observé, embelesada, las formas que dibujaba en el aire hasta desaparecer por completo. Ya casi había oscurecido.
-Debería irme a casa-comenté.
-Yo también-sonrió, sin mirarme. Tiró el cigarrillo a medias al suelo y lo pisó para apagarlo. Alzó la cabeza y contemplé su hermosa sonrisa partida- . Ha sido un placer volver a hablar contigo, Katy.
Le devolví la sonrisa desde mi posición sentada. Él se giró para marcharse, pero se detuvo un instante y me miró por encima del hombro. Lo observé con curiosidad. Entonces se giró por completo y colocó una mano en mi nuca, enredando sus dedos en mi pelo. Acercó su cabeza a la mía y me besó. Presionó sus labios sobre los míos con suavidad y yo le respondí de la misma manera.
Se separó de mi poco después. Nuestros alientos se entremezclaron en una nube de vaho. Dan tenía la nariz roja por el frío y sus ojos azules brillaban.
-Adiós-susurró.
-Adiós-me despedí, en el mismo tono.
Esta vez fui yo la que lo observó marcharse a paso rápido. Me quedé un rato más allí sentada, completamente desarmada y sin saber qué hacer. Opté por meter el ordenador en la mochila y salir del parque. Esa noche saldría a emborracharme. Lo último que necesitaba era pensar en algo más.
jueves, 24 de noviembre de 2011
Tonta enamorada 2
No volví a aquel banco hasta un año después. Fue por casualidad, no algo premeditado. Blacky se había perdido y yo lo buscaba como loca.
Entonces lo vi junto a un chaval de pelo rizado, en aquel fatídico lugar. Mientras me acercaba corriendo se dio la vuelta, ladró y vino hacia mi. Yo lo tomé en mis brazos, al borde de las lágrimas.
-Muchas gracias por cuidar de mi perro, de verdad. ¿Dónde lo has encontrado?
-Justamente aquí. Yo solo me senté a su lado. Supongo que sabía que vendrías a buscarlo y por eso te esperaba aquí.
Alcé la cabeza para mirarlo y me resultó familiar. Él me sonrió de aquella forma tan peculiar y entonces lo reconocí.
-La tonta enamorada, ¿no es cierto?
-Exacto. Y tú eres el chico de la hierba.
Él rió por el doble sentido de la frase.
-Sí. El chico de la hierba. Aunque todos me dicen Dan.
-Yo soy Katy.
-Hacía mucho que no venías por aquí.
-Es que he estado... ocupada-mentí, sin saber muy bien por qué. Supongo que por quedar bien. Normalmente no mentía, no me importaba decir las cosas tal y como eran, pero en ese momento las palabras salieron de mi boca como un torrente antes de que pudiera contenerlas.
-¿Y ya no lo estás?
-Solo he venido a buscar a mi perro. Nada más-respondí, cortante. Me di la vuelta y me marché sin mirar atrás, aunque pude oír claramente como se reía por mi reacción.
Cuando llegué a casa mi padre me estaba esperando para cenar y se mostró muy contento porque había encontrado a nuestra mascota perdida. Yo subí a mi habitación y cerré de un portazo. No me apetecía hablar. Todavía estaba cabreada por mi encuentro con Dan, aunque no sabía si era por el hecho de haber vuelto a aquel sitio, que tan malos recuerdos me traía, por haber traicionado mi código de honor soltando una mentira que no venía a cuento... o porque su forma de hablar encerraba unos sentimientos con los que no estaba dispuesta a lidiar.
Entonces lo vi junto a un chaval de pelo rizado, en aquel fatídico lugar. Mientras me acercaba corriendo se dio la vuelta, ladró y vino hacia mi. Yo lo tomé en mis brazos, al borde de las lágrimas.
-Muchas gracias por cuidar de mi perro, de verdad. ¿Dónde lo has encontrado?
-Justamente aquí. Yo solo me senté a su lado. Supongo que sabía que vendrías a buscarlo y por eso te esperaba aquí.
Alcé la cabeza para mirarlo y me resultó familiar. Él me sonrió de aquella forma tan peculiar y entonces lo reconocí.
-La tonta enamorada, ¿no es cierto?
-Exacto. Y tú eres el chico de la hierba.
Él rió por el doble sentido de la frase.
-Sí. El chico de la hierba. Aunque todos me dicen Dan.
-Yo soy Katy.
-Hacía mucho que no venías por aquí.
-Es que he estado... ocupada-mentí, sin saber muy bien por qué. Supongo que por quedar bien. Normalmente no mentía, no me importaba decir las cosas tal y como eran, pero en ese momento las palabras salieron de mi boca como un torrente antes de que pudiera contenerlas.
-¿Y ya no lo estás?
-Solo he venido a buscar a mi perro. Nada más-respondí, cortante. Me di la vuelta y me marché sin mirar atrás, aunque pude oír claramente como se reía por mi reacción.
Cuando llegué a casa mi padre me estaba esperando para cenar y se mostró muy contento porque había encontrado a nuestra mascota perdida. Yo subí a mi habitación y cerré de un portazo. No me apetecía hablar. Todavía estaba cabreada por mi encuentro con Dan, aunque no sabía si era por el hecho de haber vuelto a aquel sitio, que tan malos recuerdos me traía, por haber traicionado mi código de honor soltando una mentira que no venía a cuento... o porque su forma de hablar encerraba unos sentimientos con los que no estaba dispuesta a lidiar.
martes, 22 de noviembre de 2011
Tonta enamorada
Mientras me sentaba a esperarte no pude evitar pensar en todos los momentos que pasamos juntos. Y el tiempo pasó, y yo seguía tan perdida en mis pensamientos que no me di cuenta de que la hora llegó y se fue, igual que un pájaro que va y viene a su antojo.
No me di cuenta de nada hasta que el cielo no se volvió rojo y el sol caído me hirió los ojos. Entonces comprendí, finalmente, que había sido un hermoso sueño. Nada más que eso.
Me levanté lentamente y alisé mi falda con las manos. Caminé por el parque en silencio. Casi no quedaba nadie. No me importaba, prefería estar sola.
Me pregunté si alguna vez me habías querido. Si de verdad había amor en tus palabras o solo eras un buen actor. Y me reí en voz alta, divertida. No quería saber la respuesta. La vida es graciosa. De un modo cruel, pero lo es.
-¿Qué te parece tan divertido?
Me volví y vi a un chico de pelo rubio oscuro, casi castaño y muy rizado sentado en la hierba. Ojos oscuros. Sonrisa partida. Yo la copié:
-Del karma.
-¿Qué te ha devuelto?
-El odio a modo de amor falso. Pero no importa. Me lo esperaba. Ya sabía que él no me quería.
-¿Entonces por qué dejaste que te engañara?
-Porque soy una tonta enamorada-respondí con una seca carcajada. Él rió conmigo.
-Bueno, no eres la primera ni serás la última.
Sin dejar de sonreír me volví y seguí caminando. Era una noche sin luna. Tampoco es que la necesitara. Estaba bien en la oscuridad. Amaba la noche.
La ciudad estaba tranquila y vivía en una calle por la que pasaban muy pocos coches. Me deslumbraban con los faros y me parecía estar en ese banco una y otra vez.
Las luces de mi casa estaban todas encendidas. Desde la verja del pequeño jardín delantero podía oler lo que mi padre estaba cocinando. Sonreí de nuevo, esta vez de forma dulce, y abrí la cancela. Blacky corrió hacia mí meneando la cola y lo cogí en mis brazos. Él me lamió la cara. Él y mis padres eran los únicos que me querían. Los únicos que me querrían nunca y para siempre.
Entré en casa y Blacky saltó al suelo y se encaminó hacia la cocina ladrándome para que lo siguiera. Vi a papá junto a la mesa, colocando los platos y la comida para la cena. Me vio y sonrió.
-Buenas noches, hija. Llegas justo a tiempo. He hecho puré de patatas casero, como a ti te gusta. ¿Qué te parece si te sientas un rato conmigo?
Adoraba a mi padre. Era la persona más buena del mundo. Siempre sonreía y era generoso y amable.
Sin poderlo evitar me eché a llorar como un bebé entre sus brazos.
No me di cuenta de nada hasta que el cielo no se volvió rojo y el sol caído me hirió los ojos. Entonces comprendí, finalmente, que había sido un hermoso sueño. Nada más que eso.
Me levanté lentamente y alisé mi falda con las manos. Caminé por el parque en silencio. Casi no quedaba nadie. No me importaba, prefería estar sola.
Me pregunté si alguna vez me habías querido. Si de verdad había amor en tus palabras o solo eras un buen actor. Y me reí en voz alta, divertida. No quería saber la respuesta. La vida es graciosa. De un modo cruel, pero lo es.
-¿Qué te parece tan divertido?
Me volví y vi a un chico de pelo rubio oscuro, casi castaño y muy rizado sentado en la hierba. Ojos oscuros. Sonrisa partida. Yo la copié:
-Del karma.
-¿Qué te ha devuelto?
-El odio a modo de amor falso. Pero no importa. Me lo esperaba. Ya sabía que él no me quería.
-¿Entonces por qué dejaste que te engañara?
-Porque soy una tonta enamorada-respondí con una seca carcajada. Él rió conmigo.
-Bueno, no eres la primera ni serás la última.
Sin dejar de sonreír me volví y seguí caminando. Era una noche sin luna. Tampoco es que la necesitara. Estaba bien en la oscuridad. Amaba la noche.
La ciudad estaba tranquila y vivía en una calle por la que pasaban muy pocos coches. Me deslumbraban con los faros y me parecía estar en ese banco una y otra vez.
Las luces de mi casa estaban todas encendidas. Desde la verja del pequeño jardín delantero podía oler lo que mi padre estaba cocinando. Sonreí de nuevo, esta vez de forma dulce, y abrí la cancela. Blacky corrió hacia mí meneando la cola y lo cogí en mis brazos. Él me lamió la cara. Él y mis padres eran los únicos que me querían. Los únicos que me querrían nunca y para siempre.
Entré en casa y Blacky saltó al suelo y se encaminó hacia la cocina ladrándome para que lo siguiera. Vi a papá junto a la mesa, colocando los platos y la comida para la cena. Me vio y sonrió.
-Buenas noches, hija. Llegas justo a tiempo. He hecho puré de patatas casero, como a ti te gusta. ¿Qué te parece si te sientas un rato conmigo?
Adoraba a mi padre. Era la persona más buena del mundo. Siempre sonreía y era generoso y amable.
Sin poderlo evitar me eché a llorar como un bebé entre sus brazos.
viernes, 18 de noviembre de 2011
Un par de canciones para levantaros y encenderos el alma.
When we stand together-Nickelback
One more depending on a prayer
And we all look away
People pretending everywhere
It's just another day
There's bullets flying through the air
And they still carry on
We watch it happen over there
And then just turn it off
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
We must stand together
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
There's no getting even
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
Hand in hand forever
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
That's when we all win
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
That's, that's, that's when we all win
That's, that's, that's when we all win
They tell us everything's allright
And we just go along
How can we fall asleep at night?
When something's clearly wrong
When we could feed a starving world
With what we throw away
But all we serve are empty words
That always taste the same
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
We must stand together
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
There's no getting even
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
Hand in hand forever
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
That's when we all win
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
That's, that's, that's when we all win
That's, that's, that's when we all win
The right thing to guide us
Is right here, inside us
No one can divide us
When the light is leading on
But just like a heartbeat
The drumbeat carries on
And the drumbeat carries on
(Just like a heartbeat)
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
We must stand together
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
There's no getting even
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
Hand in hand forever
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
That's when we all win
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
That's, that's, that's when we all win
That's, that's, that's when we all win
http://www.youtube.com/watch?v=Lj4NVYtzlQA&ob=av2n
We are golden-Mika
Teenage dreams in a teenage circus
Running around like a clown on purpose
Who gives a damn about the family you come from?
No giving up when you’re young and you want some
Running around again
(Running around again)
Running for money
Waking up in the midday sun
What’s to live for?
You could see what I’ve done
Staring at emotion
In the light of day
I was running from the things that you’d say
We are not what you think we are
We are golden, we are golden.
(We are not what you think we are
We are golden, we are golden)
Teenage dreams in a teenage circus
Running around like a clown on purpose
Who gives a damn about the family you come from?
No giving up when you’re young and you want some
Running around again
(Running around again)
Running from running
(repeat)
I was a boy at an open door
Why you staring
Do you still think that you know?
Looking for treasure
In the things that you threw
Like a magpie
I live for glitter, not you
We are not what you think we are
We are golden, we are golden
(We are not what you think we are
We are golden, we are golden)
Teenage dreams in a teenage circus
Running around like a clown on purpose
Who gives a damn about the family you come from?
No giving up when you’re young and you want some
Now I’m sitting alone
I’m finally looking around
Left here on my own
I’m gonna hurt myself
Maybe losing my mind
I’m still wondering why
Had to let the world let it bleed me dry
We are not what you think we are
We are not what you think we are
We are not what you think we are
We are golden, we are golden
Teenage dreams in a teenage circus
Running around like a clown on purpose
Who gives a damn about the family you come from?
No giving up when you’re young and you want some
Running around again
(Running around again)
Running from running
(repeat)
We are not what you think we are
We are golden, we are golden
http://www.youtube.com/watch?v=hEhutIEUq8k&ob=av2e
One more depending on a prayer
And we all look away
People pretending everywhere
It's just another day
There's bullets flying through the air
And they still carry on
We watch it happen over there
And then just turn it off
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
We must stand together
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
There's no getting even
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
Hand in hand forever
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
That's when we all win
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
That's, that's, that's when we all win
That's, that's, that's when we all win
They tell us everything's allright
And we just go along
How can we fall asleep at night?
When something's clearly wrong
When we could feed a starving world
With what we throw away
But all we serve are empty words
That always taste the same
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
We must stand together
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
There's no getting even
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
Hand in hand forever
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
That's when we all win
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
That's, that's, that's when we all win
That's, that's, that's when we all win
The right thing to guide us
Is right here, inside us
No one can divide us
When the light is leading on
But just like a heartbeat
The drumbeat carries on
And the drumbeat carries on
(Just like a heartbeat)
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
We must stand together
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
There's no getting even
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
Hand in hand forever
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
That's when we all win
(Hey, yeah, yeah, yeah, yeah)
That's, that's, that's when we all win
That's, that's, that's when we all win
http://www.youtube.com/watch?v=Lj4NVYtzlQA&ob=av2n
We are golden-Mika
Teenage dreams in a teenage circus
Running around like a clown on purpose
Who gives a damn about the family you come from?
No giving up when you’re young and you want some
Running around again
(Running around again)
Running for money
Waking up in the midday sun
What’s to live for?
You could see what I’ve done
Staring at emotion
In the light of day
I was running from the things that you’d say
We are not what you think we are
We are golden, we are golden.
(We are not what you think we are
We are golden, we are golden)
Teenage dreams in a teenage circus
Running around like a clown on purpose
Who gives a damn about the family you come from?
No giving up when you’re young and you want some
Running around again
(Running around again)
Running from running
(repeat)
I was a boy at an open door
Why you staring
Do you still think that you know?
Looking for treasure
In the things that you threw
Like a magpie
I live for glitter, not you
We are not what you think we are
We are golden, we are golden
(We are not what you think we are
We are golden, we are golden)
Teenage dreams in a teenage circus
Running around like a clown on purpose
Who gives a damn about the family you come from?
No giving up when you’re young and you want some
Now I’m sitting alone
I’m finally looking around
Left here on my own
I’m gonna hurt myself
Maybe losing my mind
I’m still wondering why
Had to let the world let it bleed me dry
We are not what you think we are
We are not what you think we are
We are not what you think we are
We are golden, we are golden
Teenage dreams in a teenage circus
Running around like a clown on purpose
Who gives a damn about the family you come from?
No giving up when you’re young and you want some
Running around again
(Running around again)
Running from running
(repeat)
We are not what you think we are
We are golden, we are golden
http://www.youtube.com/watch?v=hEhutIEUq8k&ob=av2e
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Bibiana y los libros
Como mi amiga la Cuki ;) me ha pedido que ponga algo pronto, y como aún estoy en sequía o demasiado ocupada como para escribir algo nuevo y genial (xD) he decidido enseñaros un poco mis orígenes. Este pequeño cuento lo escribí con doce años más o menos, es decir, cuando aún era una mocosa que no tenía ni idea de lo que era escribir. Por aquel entonces solo había escrito cuatro chorradas y media para las clases de lengua, y aún así era muy poco. Esto fue lo primero que terminé. Lo mandé a un concurso en Sevilla, algo pequeñito(woh woh woh xD) y gané mi categoría ^ ^ Estaba suuuper feliz. Y he de deciros que el premio fue una agenda y una caja de lápices de colores de Kukuxumuxu xD Ah! Y un diploma del que estoy suuuper orgullosa y que aún mantengo colgado en mi pared.
Y ahora, sin más dilación, aquí os dejo este pequeño relato. ¡Disfrutadlo!
Y ahora, sin más dilación, aquí os dejo este pequeño relato. ¡Disfrutadlo!
Bibiana o Bibi, como queráis llamarla, era una niña normal y corriente. Tenía siete años cuando le ocurrió esto y hacía las cosas propias de su edad. Siempre vestía de rosa o celeste, su rubio pelo siempre estaba peinado en una trenza o una coleta de caballo y un lacito a juego con su vestido; le encantaban las princesas, las barbies y jugar a las casitas tanto como odiaba los bichos y las demás cosas “asquerosas” que los niños de su clase hacían. Era muy lista y sus padres siempre estaban encantados de sus buenas notas. Era buena y obediente y siempre ayudaba a su madre cuando le pedía algo. Hacía sus deberes y era brillante en todo. Lo único que no se le daba bien era la lectura. Odiaba leer. Siempre que la obligaban a hacerlo lo cumplía, aunque a desganas. Lo hacía perfectamente pero, simplemente, no le gustaba hacerlo.
Cuando iba a ser su cumpleaños, Beatriz y Bernardo, sus padres, les regalaron un libraco enorme, de estos que tiene mil y una historias como las que contaba Sherezade. No le gustó, aunque lo disimuló muy bien.
Después de la fiesta se fue a dormir. Sus padres insistieron en que leyera un poco antes de dormir su nuevo libro. Lo hizo, de mala gana, pero obedeció. Empezó a leer el primer cuento aunque a la mitad se durmió. Sus padres entraron a darle las buenas noches pero, al encontrarla así pusieron el libro en la mesita de noche y apagaron a luz; le dieron un beso de buenas noches en la frente y la arroparon bien. Sus papás se acostaron un rato después.
Bibi se movió en su cama buscando una posición más cómoda. La ventana estaba abierta y una estrella muy brillante relucía en el cielo iluminando su rostro. De repente, el libro empezó a brillar tanto como el lucero y se abrió en un suave aunque seco golpe.
La obra la absorbió sin que sus padres (ni ella) se percataran.
Bibiana despertó. Había mucha luz y no podía dormir iluminada. Se encontró tumbada en la hierba, que tenía un intenso color esmeralda. Los árboles eran altos y majestuosos. A su lado había un camino de flores. Lo siguió y caminó durante una media hora hasta llegar a un castillo precioso. Era de cristales de colores, no tenía muralla y en sus jardines cargados de flores jugaban todos los personajes que pudiera imaginar. En el cielo azul sin nubes volaban y jugaban más personas imaginarias.
El sendero seguía a través de los jardines y ella continuó. A su alrededor había hadas, gnomos, duendes, faunos, centauros y muchos animalillos más. Había princesas y príncipes, unicornios y animales parlanchines. También sirenas y tritones en un enorme estanque de aguas cristalinas que jugaban con peces de colores. Jugando con estos había personajes de cuentos como la Cenicienta , Ricitos de Oro y los tres Ositos, la Bella Durmiente , Blancanieves y los Siete Enanitos, Peter Pan, el Rey León, la Sirenita , Caperucita Roja, Robin Wood, el Libro de la Selva , Pocahontas, la Bella y la Bestia...
Claro, que como no había leído sus historias, no sabía quienes eran. Jugó toda la noche con ellos y al día siguiente se despertó muy contenta.
Lo primero que hizo al levantarse fue coger el libro y ponerse a leer. Se moría de curiosidad por conocer a todos los personajes de su sueño y saber sus historias. Sus padres, extrañados al ver el brillo de felicidad que había en los ojos de su hija le preguntaron qué le había ocurrido. Ella se lo explicó con un timbre de emoción en la voz pero, como los mayores no entienden a los niños, no la creyeron. Ese sueño o aventura, no sabía bien que había sido, la había cambiado para siempre.
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